L'atzar (o la
serendipitat) m'ha fet topar de nou amb Larkin. Buscant unes il·lustracions per a uns posts sobre
l'escriptura vaig ensopegar amb una imatge que ja coneixia: la de Philip Larkin damunt d'una bicicleta, il·lustrada per
Iban Barrenetxea (1) -que podeu veure al menú lateral d'aquest blog. Un clic em va dur a descobrir una interessantíssima entrevista que Robert Phillips li va fer per a la revista The Paris Review, l'any 1982. Està allotjada en un
blog (
transtierros) del qual no us en puc dir l'autor (fins quan aquesta mania de no identificar-se?). Us podeu imaginar la meva emoció en aconseguir nou material larkinià?
Una emoció que vull compartir amb vosaltres -sigueu o no seguidors del poeta anglès- a partir d'uns quants talls que he triat com a significatius:
Sobre les seves
rutines diàries:
“Mi
vida es tan simple como puedo lograr que sea. Trabajar todo el día, cocinar,
comer, lavar los platos, hablar por teléfono, escribir reseñas, beber, ver
televisión por las noches. No salgo casi nunca. Supongo que todo el mundo
intenta ignorar el paso del tiempo: algunos haciendo muchas cosas, otros
viviendo en California y al año siguiente en Japón. O, como sucede en mi caso,
haciendo cada día y cada año exactamente lo mismo. Probablemente ningún método
funciona.”
I les rutines d’escriptura:
“...las
mejores condiciones para escribir que tuve fueron en Belfast, cuando trabajaba
en la universidad. Otro departamento en el último piso, dicho sea de paso.
Escribía entre las ocho y las diez de la noche, después me iba al bar de la
universidad hasta las once, y después jugaba a las cartas o conversaba con
amigos hasta las una o las dos. La primera parte de la noche tenía su deseada
segunda parte, y podía disfrutar la segunda parte con buena conciencia, porque
ya había hecho mis dos horas. Ahora no consigo organizarme así.”
Sobre si enseña a algú el que ha escrit:
“Normalmente
no le muestro a nadie lo que he escrito. ¿Para qué? Usted recuerda a Tennyson
leyéndole un poema inédito a Jowett. Cuando hubo terminado, Jowett le dijo: si
yo fuera usted, Tennyson, no publicaría eso. Y Tennyson le respondió: en ese
caso, maestro, el jerez que nos sirvió en el almuerzo estaba absolutamente
asqueroso. Eso es todo lo que puede pasar. Pero cuando éramos jóvenes, solíamos
intercambiar con Kingsley Amis poemas inéditos, supongo que en gran medida
porque nunca pensamos que los publicaríamos. Él me animaba y yo lo animaba a él.
El apoyo es muy necesario para un escritor joven. Pero es difícil encontrar a
alguien cuyos estímulos valgan la pena, no hay muchos Kingsleys dando vueltas.”
Sobre com va arribar a ser bibliotecari o si mai es va plantejar ensenyar: (als
que heu vist el nostre espectacle Ran de
les coses us sonaran algunes coses)
Oh,
estimado, esto implica mucha autobiografía. Mi padre era tesorero de la ciudad,
un agente financiero. Nunca tuve el más mínimo deseo de «ser» algo cuando
estaba en el colegio, y cuando fui a Oxford estábamos en guerra y no había otra
cosa que «ser» salvo soldado o profesor o guardia civil. En 1943, cuando me
gradué, supe que no podía ser llamado a las filas ya que había sido calificado
como no apto (supongo que por mis problemas a la vista), ni podía ser
reservista, debido a mi tartamudez, de modo que el Servicio Civil me rechazó
dos veces, y pensé: bueno, esto me deja fuera. Así que me senté en la casa a
escribir Jill. Pero por
supuesto el gobierno tenía en ese tiempo el poder de mandarte a las minas o al
campo o a una fábrica, y me escribieron de manera bastante cortés preguntándome
qué estaba haciendo realmente. Busqué en el diario (el Birmingham Post,
vivíamos entonces en Warwick) y vi que en una pequeña ciudad de Shropshire
necesitaban un bibliotecario. Postulé, obtuve el puesto y se lo comuniqué al
gobierno, lo cual pareció satisfacerlos. Por supuesto no era un verdadero
bibliotecario, era más bien una suerte de conserje —la biblioteca era de
un-solo-hombre— y no puedo decir que lo disfrutara mucho. El bibliotecario
anterior estuvo cuarenta años y me dio miedo quedarme ahí también toda la vida.
Esto me hizo capacitarme profesionalmente para salir de ahí, lo que hice en
1946. En ese entonces escribí Jill, El barco del Norte y Una muchacha en
invierno. Fue probablemente el período «más intenso» de mi vida.
Sobre els recitals de poesia: (ostres, sort que no vindrà
mai a un dels nostres!)
“Escuchar
un poema, a diferencia de leerlo impreso, supone una pérdida enorme —de la
forma, la puntuación, las cursivas y hasta de saber cuánto falta para que
termine. Leerlo en la página significa que puedes ir a tu propio ritmo,
asimilándolo como corresponde; escucharlo implica que eres arrastrado por la
velocidad del lector, pasando por alto cosas, no considerándolas, (...) Cuando
escribes un poema, pones en él todo lo necesario: el lector debería poder
«escucharlo» de un modo tan claro como si estuvieras a su lado recitándoselo.
Y, por supuesto, esta moda de las lecturas poéticas ha hecho que nazca esa
especie de poesía que puedes entenderla a la primera: ritmos fáciles, emociones
fáciles, una sintaxis fácil. No creo que eso se sostenga en el papel.”
Sobre
el valor de la seguretat econòmica per a un escriptor:
“Supongo
que podría haber dicho —ahora es un poco tarde— que podría haber tenido un
agente y decirle: mire, haré cualquier cosa durante seis meses al año si puedo
ser libre para escribir los otros seis meses. (...) Pero me criaron pensando
que debía tener un trabajo y escribir en mi tiempo libre, como Trollope. Después,
cuando empiezas a ganar dinero escribiendo, poco a poco vas dejando de
trabajar. Pero yo tenía más de cincuenta años cuando pude «vivir de mi
escritura» —y sólo porque edité una antología extensa— y fue entonces cuando
pensé: bueno, por qué no esperar la jubilación si me queda tan poco.”
Sobre escriure poesia o novel·la:
“He
escrito indistintamente prosa y poesía desde, digamos, los quince años. Yo no
elegí la poesía, ella me eligió a mí.”
Sobre
la felicitat:
“Bueno, pienso que lo máximo a que puedes aspirar
es a tener buena salud, suficiente dinero y nada que te preocupe en el futuro
inmediato. Pero no a la «felicidad» en el sentido de un continuo orgasmo
emocional. Por el solo hecho de que sabes que vas a morir algún día, y lo mismo
la gente que amas.”
Ja ho veieu, Larkin en estat pur. A l'entrevista hi ha moltes coses més, òbviament. Si voleu llegir-la gairebé completa podeu fer-ho
aquí. I si voleu,
aquí teniu la versió original de l'anglès, aquesta sí sense talls, extreta del web de The Paris Review.
Tal com cita el blog transtierros, aquesta entrevista apareix -conjuntament com a epíleg amb un text de Seamus Heaney sobre Larkin, "The main of light"(1988) - a "Decepciones", una antologia sobre Larkin que es va publicar l'any 2013, editada per la Universidad de Valparaíso (Xile), a cura dels poetes i traductors Bruno Cuneo, Cristóbal Joannon y Enrique Winter. He trobat també una ressenya que us adjunto:
O
aquest comentari sobre l'antología que va aparèixer al blog de Juan Manuel Vial. (Per cert, el títol,
La melodía de la inteligencia està extret de l'article de Seamus Heaney. Un assaig on el nobel irlandès proposa que
“con Larkin, respondemos constantemente a la melodía de la inteligencia, a un verso que es tanto comentario como presentación”.
I prou per avui! Que tinguem un bon any 2016 larkinianament parlant!!
***
(1) Que, a més, acabo de descobrir que també és l'autor de les esplèndides il·lustracions de "La cata" de Roald Dahl editat per Nørdica Libros que ja vaig comentar
aquí.